Bon voyage

Hojeando Bon Voyage, el libro que teneis ahora en las manos, he tenido la misma sensación que cuando de pequeño miraba un atlas, o cuando leia Tintín en el Tibet, o cuando veía Las minas del rey Salomón. Mirando las etiquetas recolectadas por Toni Ricart en este libro he sentido otra vez el impulso de viajar. Basta con mirar un rato cualquiera de estas etiquetas antiguas para que surja la pregunta de cómo debía ser este hotel, cómo debía ser el país que lo rodeaba. Y basta con contemplar las etiquetas de los viejos aviones de hélice para tener ganas de volar lejos y sentir las emociones de los viajes de antes, cuando el tiempo era más flexible que ahora, las prisas no eran una obligación y las antenas parabólicas e Internet no falseaban la noción de la distancia. Eran, en definitiva, aquellos tiempos en que las azafatas todavía sonreían y podías decorar la maleta con unas etiquetas que dibujaban, como un tatuaje en una segunda piel, el mapa de tu viaje personal e intransferible. Bon Voyage!

Xavier Moret